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viernes, 30 de enero de 2015

La consciencia planetaria

Foto: http://files.abovetopsecret.com
La consciencia planetaria se refiere al sentido de pertenencia a la Tierra, debiera ser natural, sin embargo, debido los sistemas social y educativo en los que estamos inmersos, se ha perdido la conexión con el resto de los seres y con nosotros mismos. Todos formamos una red compleja, en la que se incluyen todas las formas de vida. Es indispensable conservar los recursos generados por el planeta y vitales para la supervivencia del humano, puesto que el hombre no existiría sin el plantea, pero el planeta continuaría su desarrollo sin el hombre.
Sin embargo no es tan simple. Cada especie animal y vegetal, cada recurso mineral, sostiene la existencia de otros muchos más, por ejemplo, por cada especie de planta que desaparece en la tierra, se extinguen alrededor de 30 especies animales que dependían de ella. Podemos consultar las alarmantes estadísticas y la diversidad de estrategias para detener la catástrofe, sin embargo, mientras no desarrollemos una consciencia planetaria, especialmente en los niños, nos espera un futuro complicado debido a la sobrepoblación de la especie humana.
Al cultivar la responsabilidad planetaria, se implementarán acciones sociales, económicas, tecnológicas y ecológicas para salvaguardar los recursos y optimizar la vida en el planeta.
¿Y los niños? ¿De qué manera impacta sus vidas el desarrollo de una consciencia planetaria?
La responsabilidad hacia las generaciones futuras (intergeneracional), ampliamente explicada por los abuelitos de las diferentes culturas del pasado y del presente, se dirige a la visualización del mundo, siete generaciones posteriores a la nuestra. Planificar el presente, de manera tal, que trescientos años después podamos garantizar a nuestros descendientes, un planeta verde-azul y en equilibrio.
Los años actuales nos enseñaron a encontrar la felicidad en el consumo y en el ahora. Los estudios recientes demuestran lo nocivo de los alimentos preparados, la contaminación por las industrias, vehículos, armas y demás artefactos que en un principio debían haber estado a nuestro servicio. Nos muestran las consecuencias negativas debidas a la falta de planificación.
Cada vez son más números los grupos de personas, a lo largo del planeta, que cambian su estilo de vida por uno biodiverso y afín a la naturaleza. En países desarrollados como Noruega, se ha propuesto el desarrollo de una consciencia planetaria como parte del aprendizaje, desde los primeros años de vida. Arne Naess (1912-2009), trabajó intensamente en propuestas relacionadas con la ecología, “consciente de que la supervivencia y la plenitud de la naturaleza y la humanidad requieren cambios radicales en nuestra sociedad y en la forma como vemos nuestro lugar en el mundo”.
Arne Naess, junto con el también filósofo George Sessions, formularon los ocho puntos clave de la ecología profunda, los cuales me permito compartir:
Todos los seres vivientes tienen valor intrínseco.
La diversidad y riqueza de la vida tienen valor intrínseco.

La humanidad no tiene ningún derecho de reducir esta riqueza y diversidad, salvo para satisfacer necesidades vitales
.
Si fuéramos menos, sería bueno para los seres humanos y mucho mejor aún para los otros seres vivientes.

El grado actual de interferencia humana en los diversos ecosistemas no es sostenible, y esta insostenibilidad crece, cada vez más.

Una mejora real requiere cambios considerables: sociales, económicos, tecnológicos e ideológicos.

Uno de los cambios ideológicos radica en buscar una mejor calidad de vida en vez de un nivel de vida más alto.

Los que acepten estos puntos tienen la responsabilidad de intentar contribuir, de forma directa o indirecta, a que se realicen los cambios necesarios.

Por un planeta en armonía. Ometeótl


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